¿Cómo se está adaptando el Instituto de Neurociencias a la situación actual?
Ya desde el principio veíamos que esto iba a ser grave y tomamos todas las medidas
posibles para cumplir el confinamiento. Primero desarrollamos una lista de servicios
mínimos, sobre todo teniendo en cuenta el mantenimiento de nuestros animales modelo de experimentación. Hay que tener en cuenta que nosotros tenemos ratones,
ratas, hurones, peces, moscas… Los responsables de cada unidad de investigación
crearon una carta de servicios mínimos que incluía un plan para reducir al máximo el
número de animales modelo que teníamos que preservar. Se pararon los experimentos, a los que estaban en marcha se les dio un plazo para que acabaran, y no se ha comenzado ninguno nuevo. Ahora mismo todas las líneas experimentales están paradas,
pero hemos podido mantener en buen estado los animales modelo. Para poder hacer esto tenemos dos equipos de mantenimiento funcionando en distintos turnos que nunca se juntan. Tenemos cuatro personas atendiendo el animalario de ratones y ratas
además de los peces, y dos personas atendiendo a las moscas, que son más delicadas,
porque necesitan atención diaria. El resto del personal está en casa.
Hemos conseguido que la Universidad Miguel Hernández considere que la actividad del
centro es esencial; por lo tanto, tenemos bedel, vigilancia 24 horas y servicio de limpieza.
También hemos reforzado la limpieza con lejía e hipoclorito, y creo que el instituto
está bastante bien protegido. No hemos tenido ninguna contingencia ni contaminación.
¿Cuáles son las mayores dificultades que estáis encontrando?
Los grupos de investigación se han adaptado bien. Estamos haciendo reuniones por
videoconferencia con nuestros equipos, y nos estamos dedicando más a trabajos de
redacción de reviews y de escritura de papers. Todo el mundo está controlando bien el
confinamiento. Sí tuvimos que hacer un gran esfuerzo para poder parar los proyectos
que estaban en marcha de manera que se puedan recuperar rápidamente cuando volvamos al instituto.
Lo más difícil fue convencernos de que había que ir al parón total desde el principio.
Pero esto lo veíamos venir. Toda la administración está funcionando bien desde casa y
no hay mayores problemas; también es verdad que la actividad se ha relajado.
Tampoco tenemos personal fuera que se haya visto en problemas.
¿Cómo está contribuyendo el IN a la lucha contra la COVID-19?
Hemos donado todo el material que teníamos de protección personal, las batas y mascarillas y nuestros kits de extracción y de diagnóstico. También hemos informado de
nuestros equipos PCR. Yo creo que al final tendremos que ir a realizar análisis PCR a
toda la población. Estoy esperando que se solicite a la comunidad científica y académica, que tenemos todos los medios para realizar esos análisis, que los hagamos.
Estamos llevando a cabo trabajo voluntario
para ayudar al sistema sanitario. Participamos
en un proyecto que lidera Veterinarios sin
Fronteras, en el que recogen mascarillas por
toda la provincia, las traen al instituto, y nosotros las embalamos y esterilizamos. Llevamos más de 17.000 mascarillas entregadas a
Protección Civil. Todo esto está organizado
por turnos de voluntarios. Y también estamos imprimiendo mascarillas de protección
facial con las cuatro impresoras 3D que tiene
el instituto que enviamos al Hospital de San Juan y a los hospitales de Alicante. Estas mascarillas se están haciendo desde casa, los
voluntarios se han llevado las impresoras, y luego las envían al instituto por mensajero
para no exponer a nadie.
Además, hemos presentado tres proyectos de investigación a la candidatura del Instituto de Salud Carlos III, uno para diagnóstico y dos para tratamiento de enfermos críticos.

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