De izquierda a derecha: Lorenzo Zacarías y María Jesús Rodrigo, investigadores del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA, CSIC), y Patricia Martor

Los investigadores del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA, CSIC),
Lorenzo Zacarías y María Jesús Rodrigo, junto con Patricia Martorell, investigadora de
Biopolis, empresa biotecnológica ubicada en el Parc Científic de la Universitat de
València, han conseguido demostrar que el carotenoide, pigmento que se acumula en
unos pocos frutos y vegetales, entre ellos la mandarina, además de ser pro vitamina A,
tiene propiedades antioxidantes y reduce un 30% la grasa corporal.
Los carotenoides son compuestos que dan el color característico a muchos frutos y
vegetales, como los cítricos, pero además de ello, tienen importantes propiedades
nutricionales, beneficiosas para la salud. Los investigadores del IATA llevan más de una
década estudiándolos. Su última investigación pone el foco de atención en la betacriptoxantina.
Según explica Zacarías, “este pigmento se acumula en unos pocos vegetales, entre ellos
la mandarina, y además de ser pro vitamina A, parece tener ciertas propiedades
antioxidantes que queríamos demostrar. Para ello necesitábamos un modelo animal
donde validar su funcionalidad. Esto lo hemos conseguido trabajando conjuntamente
con la empresa Biopolis, ubicada también en el Parc Científic”.
“Suministrado al nematodo Caenorhabditis elegans, un modelo animal que comparte
con los humanos un alto porcentaje de sus genes, se corrobora ese papel antioxidante
y además se observa que reduce un 30% la grasa corporal del gusano”, explica Patricia
Martorell, investigadora de la empresa biotecnológica.
El valor de este estudio, publicado en la revista Nutrients, radica en primer lugar en que,
dentro de la escasa cantidad de frutas que lo contienen, “la mayoría se cultivan en el
área mediterránea, y entre ellas, el alimento estrella es la mandarina. De hecho, el color
tan llamativo de su pulpa es debido a la beta-criptoxantina”, destaca María Jesús
Rodrigo, quien añade, “estudios realizados en la población europea demuestran que
existe un claro aumento de este carotenoide en el plasma sanguíneo coincidiendo con
las estaciones de otoño e invierno, precisamente la temporada de consumo de
mandarinas”. Este carotenoide también se encuentra en el caqui, el níspero y el
pimiento rojo, y en frutos tropicales como la papaya.
En segundo lugar, los resultados de este estudio demuestran que “la beta-criptoxantina
no pierde su bioactividad en el organismo del nematodo cuando se extrae (por ejemplo,
de zumos de mandarinas) y se añade a otras matrices alimentarias fundamentalmente
líquidas, como pueden ser fermentos lácteos, leche desnatada, refrescos o zumos; en
todos ellos ha mantenido su eficacia reductora de grasa”, indica Patricia Martorell. “Este
resultado es muy interesante desde el punto de vista aplicado pues apunta a un
potencial desarrollo de productos para la industria alimentaria, que podrían incorporar
este carotenoide o extractos del mismo en matrices y en suplementos”, añade
Martorell.
Prevención de enfermedades
Además, los resultados de este estudio “profundizan en los mecanismos celulares que
se desencadenan tras la ingesta del mismo, abriendo así nuevas oportunidades para
entender su función en la prevención de enfermedades relacionadas con el síndrome
metabólico y el envejecimiento”, indican desde el IATA y Biopolis.
Con todo, matizan todos ellos, “ahora es conveniente validar estos resultados con
investigaciones preclínicas en modelos murinos (rata o ratón), donde hay modelos
adecuados para la obesidad, y posteriormente realizar estudios clínicos en humanos”.
En Biopolis utilizan desde hace 12 años el nematodo C. elegans como un organismo
sencillo para la evaluación funcional de ingredientes. “Entre sus principales ventajas,
cabe citar su fácil cultivo en el laboratorio y también a que conserva un elevado
porcentaje de su genoma en humanos”, subraya la investigadora de Biopolis.
Sus efectos no son terapéuticos
Asimismo, Lorenzo Zacarías y María Jesús Rodrigo, especialistas en estudiar la calidad
nutricional, organoléptica y comercial de los frutos cítricos, advierten de que el valor
nutricional de estos compuestos no debe entenderse como “sustitutivos de los
fármacos. Los efectos beneficiosos de los componentes de las frutas, que en este caso
ayudan a controlar la grasa corporal, no son curativos ni terapéuticos. Los efectos
beneficiosos de la mandarina, en este caso, deben entenderse en un sentido de
prevención, de reducción del riesgo”.
En esta línea, subrayan también que este tipo de investigaciones, en las que se estudia,
mediante modelos contrastados, el valor nutricional o beneficioso para la salud de
alimentos o ingredientes, permiten dar sustento científico a las alegaciones exigidas por a Unión Europea para publicitar características de los componentes de los alimentos.
“Con este tipo de estudios, con datos científicos concretos avalados por
experimentación rigurosa, se pueden elaborar estrategias comerciales basadas en datos
científico y evitar una publicidad engañosa”, apuntan.
Referencia
Silvia Llopis, María Jesús Rodrigo, Nuria González, Salvador Genovés, Lorenzo Zacarías, Daniel Ramón y
Patricia Martorell, β-Cryptoxanthin Reduces Body Fat and Increases Oxidative Stress Response in
Caenorhabditis elegans Model, Nutrients. 2019, 11(2), 232; https://doi.org/10.3390/nu11020232

 

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