El proyecto europeo TRADITOM, que financia el programa Horizonte 2020 de la Unión
Europea, inició su andadura el pasado mes de marzo. Un equipo interdisciplinar de
científicos pertenecientes a 16 instituciones de 8 países distintos, coordinados por el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ya ha comenzado a trabajar en
el estudio y la conservación de las variedades tradicionales de tomate europeas para
mejorar su competitividad en el mercado global. El proyecto, que tiene una duración
de 3 años, está financiado con 4,3 millones de euros.
El tomate es la segunda planta más
consumida en la Unión Europea y una
fuente de nutrientes, vitaminas y
antioxidantes en la dieta de muchas
personas. A pesar de ser un vegetal
originario del continente americano,
existen multitud de variedades
desarrolladas por los agricultores
europeos desde que los conquistadores
trajeron las semillas de tomate a Europa
hace varios siglos.
El profesor de investigación del CSIC Antonio Granell, que trabaja en el Instituto de
Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), centro mixto del CSIC y la Universitat
Politècnica de València, explica que “el cultivo de las variedades tradicionales de
tomate se ha reducido en las últimas décadas para dar paso a los cultivos de tomate
modernos, uniformes y de alto rendimiento. Pero las variedades tradicionales a
menudo se asocian con mejores cualidades de sabor e, incluso, podrían resultar más adaptables a determinadas condiciones ambientales, proporcionando una calidad de
sabor y mejor conservación que la que presentan las variedades comerciales”.
El objetivo del proyecto TRADITOM es poner en valor la diversidad genética
almacenada en las variedades tradicionales de tomate y aumentar su resistencia, para
que no se vean totalmente reemplazadas por las técnicas de producción de cultivos
modernas. TRADITOM busca generar una base de conocimiento en torno a las
variedades tradicionales de tomate que explique, por ejemplo, por qué son mejores
según los consumidores que los cultivos modernos, y poder transmitir este
conocimiento científico a los agricultores que cultivan tomates.
“Creemos que las variedades tradicionales de tomate representan un recurso genético
sin explotar y que su preservación es de la máxima importancia para poder garantizar
una diversidad agrícola que asegure el futuro de la seguridad alimentaria y de la salud,
así como las nuevas demandas de los consumidores. El cultivo de las variedades
tradicionales de tomate también tiene un impacto en la economía local; sin embargo a
día de hoy apenas disponemos de información relativa a las variedades de tomate
tradicional que se están cultivando, su composición genética o calidad”, concluye
Granell.
El proyecto plantea aplicar novedosas aproximaciones genéticas combinadas con una
caracterización exhaustiva de las propiedades agronómicas y funcionales con objeto de
definir las más de 1.200 variedades tradicionales de tomate. La influencia de las
prácticas de cultivo en las características de los frutos producidos por las diferentes
variedades es también objeto de estudio en TRADITOM, que cuenta para ello con la
participación de asociaciones de productores de España, Italia y Grecia.
La participación, aparte del CSIC y de la Universitat Politécnica de Valencia, de grupos
de investigación de la Universidad Miguel Hernández, la Fundación Miguel Agustí y la
Universitat Politècnica de Catalunya, así como del sector productivo representado por
la empresa de semillas Meridiem Seeds, y diversas asociaciones de productores como
la Associació de Productors i Comercialitzadors de la Tomata de Penjar d'Alcalà de
Xivert, los asociados de la Unió Protectora d’El Perelló, Conca Tordera y Progrés-Garbí
reflejan la importancia del proyecto en nuestro país. El proyecto TRADITOM suma así
en un esfuerzo interdisciplinar un conjunto de asociaciones de agricultores, empresas
del sector de los cultivos e instituciones científicas, todos unidos en un proyecto
conjunto que aúna la investigación académica con el conocimiento tradicional y el
estudio del mercado. La primera reunión del consorcio tuvo lugar los pasados 24 y 25
de abril en Procida (Italia).

 

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