De izquierda a derecha: José Antonio Gómez-Sánchez, Hugo Cabedo, Sergio Velasco Avilés y Ángeles Casillas Bajo.

Un grupo de investigadores del Instituto de Neurociencias, centro mixto del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández (UMH),
coordinado por el científico Hugo Cabedo, ha descubierto la manera en que los nervios
periféricos inducen la reparación de la capa de mielina con el objetivo de restablecer
correctamente la comunicación después de una lesión.
Averiguar cómo se produce esta reparación resulta determinante para acortar la
recuperación e intervenir cuando esta no se lleva a cabo adecuadamente. Este hallazgo
podría contribuir a entender qué falla en el sistema nervioso central y lograr la
reparación de la médula espinal después de una lesión.
A diferencia de lo que ocurre con la médula espinal después de una lesión, los nervios
periféricos, que inervan los músculos y hacen posible su movimiento, tienen una
capacidad significativa de “autorrepararse”. Tras una lesión, la parte final del nervio
experimenta un proceso biológico encaminado a crear las condiciones adecuadas para
su regeneración. Sin embargo, es un proceso lento que en ocasiones puede fallar y dejar
secuelas.
Unas células muy especiales
La reparación espontánea de los nervios periféricos es posible gracias a un tipo especial
de células, llamadas de Schwann, que envuelven las fibras nerviosas con una capa
aislante, la mielina. Esta capa de grasa protege los nervios y aumenta la velocidad de
transmisión de los impulsos nerviosos.
“En el sistema nervioso periférico las células de Schwann tienen un papel muy
importante a través de un proceso muy regulado de diferenciación y desdiferenciación,
una característica que no tiene ninguna otra célula del sistema nervioso. Esto las hace
muy plásticas y permite que pasen de un estado en el que producen mielina a otro,
menos diferenciado, en el que contribuyen a reparar el nervio dañado”, explica Hugo
Cabedo.
Cuando sufrimos una lesión en un nervio periférico, como el que va desde la médula a
los dedos de la mano o el pie, las células de Schwann pierden temporalmente la
capacidad para formar mielina y retroceden a un estadio anterior del desarrollo muy
primitivo. El objetivo de esta transformación es ayudar al nervio a regenerarse y a crecer
de nuevo para llegar a los tejidos diana. Una vez reparado el nervio, la célula recupera
de nuevo su capacidad de producir mielina para recubrir el nervio con la capa aislante y
permitir la correcta transmisión de los impulsos nerviosos.
El mensajero que transmite la orden
En este proceso, como ha averiguado el grupo del doctor Cabedo, tiene un papel
fundamental un mensajero químico denominado AMP cíclico. Según explica el
investigador que lidera el estudio, “el AMP cíclico envía al núcleo de las células de
Schwann una proteína denominada Histona Deacetilasa 4 que, una vez reparado el
nervio, pone en marcha de nuevo la mielinización. Esto se consigue al inactivar al gen cJun, que en condiciones normales bloquea la producción de mielina. La inactivación del
gen c-Jun es necesaria y suficiente para activar a los genes productores de mielina para
recubrir el nervio ya regenerado”.
Este proceso hace posible la reparación espontánea de un nervio o en algunos casos
reimplantar un dedo amputado, por ejemplo. “Si te cortas un nervio periférico y el
cirujano lo cose adecuadamente se acaba regenerando. Aunque los nervios en su parte
terminal degeneran, las células de Schwann, que se mantienen, se convierten ahora en
reparadoras y ayudan al nervio a alcanzar de nuevo los tejidos diana. Una vez que el
nervio ha alcanzado su destino, la célula de Schwann se convierte de nuevo en
productora de mielina para añadir la capa aislante. Desgraciadamente en nervios de
cierta entidad, la regeneración nerviosa y la evolución clínica asociada no es completa,
quedando secuelas de por vida”, señala Cabedo.
Este hallazgo podría facilitar el tratamiento de lesiones de los nervios periféricos, como
ocurre en los accidentes de tráfico. “Sin embargo todavía habría que investigar mucho
en esa línea”, resalta este experto.
Enfermedades que deterioran la mielina
“Los resultados de este trabajo podrían ser importantes para mejorar el tratamiento de
algunas enfermedades en las que la mielina se deteriora, como la de Charcot Marie
Tooth, de origen genético, en la que las células de Schwann pierden la capacidad de
mielinización y aparecen problemas de coordinación en las piernas, con tropiezos,
caídas, atrofia de los músculos y dificultades serias para caminar”, explica el doctor
Cabedo.
También puede ser relevante en el síndrome de Guillain-Barré, trastorno neurológico
que ocurre después de una infección, en el que de forma repentina el sistema inmune
ataca a las células de Schwann. Esto tiene consecuencias muy graves, como la pérdida
de movilidad y la capacidad de percibir estímulos externos. Además, se produce un
déficit respiratorio progresivo que puede llevar a la muerte por asfixia en uno o dos días si no se actúa con rapidez para proporcionar respiración asistida en una unidad de
cuidados intensivos.
Otros estudios sugieren que la mielina también está alterada en la enfermedad de
Alzheimer y en la esquizofrenia. “Es por lo tanto previsible que nuevos trabajos
orientados a entender cómo se forma la mielina puedan ayudar a esclarecer las causas
estas enfermedades”, adelanta el doctor Cabedo.
Gomis-Coloma C, Velasco-Aviles S, Gomez-Sanchez JA, Casillas-Bajo A, Backs J, Cabedo H.
Class IIa histone deacetylases link cAMP signaling to the myelin transcriptional program
of Schwann cells. J Cell Biol. 2018. doi: 10.1083/jcb.201611150.

 

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