El investigador del CSIC Iñaki Comas.

La tuberculosis, una de las principales causas de muerte en todo el mundo, debe su
expansión a dos motivos: su distribución mundial llevada a cabo por los colonizadores
europeos y una capacidad biológica ‘camaleónica’ que le ha permitido adaptarse a las
características de cada nuevo entorno. Así lo ha desvelado un macroestudio
internacional publicado en Nature Genetics, en el que han participado científicos del
Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV) del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), del Instituto de Salud Global de Barcelona y del Hospital La Fe de
Valencia.
Sólo en 2015, la tuberculosis mató a 1,8 millones de personas e infectó a 10,4 millones,
según se pone de manifiesto en el informe global sobre esta enfermedad de la
Organización Mundial de la Salud (OMS). El estudio llevado a cabo por los
investigadores analiza los distintos tipos de tuberculosis, los clasifica en linajes (o
familias) y describe el mecanismo molecular que consigue que unas cepas hayan
'colonizado' el mundo y otras sean casi una rareza local, una información que, según
explica el investigador del CSIC Iñaki Comas, "permitirá mejorar los diagnósticos y
diseñar vacunas y nuevas terapias más específicas".
Asimismo, indica Comas que "nuestro objetivo era conocer si hay genotipos del agente
causal de la tuberculosis más exitosos en la transmisión, identificar cuáles son y
averiguar qué mecanismos moleculares les permiten extenderse así".
Por estudios anteriores, ya se sabía que la bacteria de la tuberculosis, Mycobacterium
tuberculosis, se divide en siete grandes linajes, algunos muy 'específicos' de regiones
concretas y otros, los 'generalistas', ampliamente distribuidos por el mundo. De los
siete tipos de linaje, los investigadores querían estudiar el número 4, el más extendido,
para saber qué tenía de especial y por qué ha tenido tanto éxito frente a otros como el
5 o el 6 que sólo prosperan en lugares puntuales del oeste de África, como Uganda o
Camerún.
Con muestras de todo el mundo y a través de un genotipado (estudio genético), los
investigadores dividieron el linaje 4 en diez subfamilias, algunas muy especializadas en
una población específica y otras, como la 4.3/LAM, con presencia en todos los
continentes y responsable de la mayor parte de casos de tuberculosis del mundo. El
estudio constata que "las claves de su dispersión responden a dos cuestiones: una
histórica y otra biológica", avanza el investigador del IBV.
Por lo que se refiere a los motivos históricos, "este grupo genético tan exitoso se
originó en Europa y, desde ahí, con la colonización europea llegó a los distintos
continentes, pero no sólo se dispersó sino que se ha mantenido en todos esos sitios y
hoy en día es la cepa más exitosa". Y es que el sublinaje 4.3 ha conseguido lo que otras
subfamilias no han podido hacer. Por ejemplo, algunos linajes del oeste de África
llegaron al continente americano con el tráfico de esclavos pero no tuvieron éxito. No
arraigaron en el nuevo continente y desaparecieron.
Respecto a las causas biológicas, los investigadores vieron que "en 4.3, los antígenos
de la bacteria tenían más diversidad que en el resto de sublinajes, lo que indica que ha
habido una coadaptación, es decir, que la bacteria se ha sabido adaptar a las nuevas
poblaciones que ha ido encontrando", destaca Iñaki Comas.
Tal y como expone el investigador, “la tuberculosis es una enfermedad tratable con
antibióticos de primera línea. El tratamiento dura seis meses y registra menos del 10 %
de fracaso, es decir, se cura en más del 90 % de los casos. Pero si no se sigue el
tratamiento correctamente o es un linaje (como el 2) especial y asociado a la
resistencia a los antibióticos, se genera una bacteria multidrogorresistente y hay que
pasar a una segunda fase de tratamiento (llamado tratamiento de segunda línea), con
medicamentos mucho más costosos y con un porcentaje de éxito que baja al 70 %. En
el caso de que aparezcan resistencias a la segunda línea, se trata de una bacteria XDR
'extremadamente drogorresistente', y en esos casos, el éxito del tratamiento baja al
50 %".
Según concluye Comas, “identificar los genotipos de la tuberculosis más fuertes y
entender los mecanismos moleculares que lo hacen posible permitirá mejorar los
diagnósticos, las terapias y las vacunas".

 

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