Guillermina López-Bendito, premio Altman 2018, junto a su equipo de trabajo.
La investigadora del CSIC Guillermina López-Bendito, que dirige el grupo de Desarrollo,
Plasticidad y Regeneración de los Circuitos Talamocorticales del Instituto de
Neurociencias (IN), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC) y la Universidad Miguel Hernández (UMH), ha recibido el Premio Joseph Altman
en Neurociencia del Desarrollo. El galardón reconoce el trabajo de López-Bendito sobre
los circuitos tálamo-corticales, implicados en procesos tan importantes como la
percepción sensorial o la consciencia.
Este reconocimiento lo otorga la Sociedad Japonesa de Neurociencia y se estableció para
conmemorar los logros en neurociencia del desarrollo del fallecido Joseph Altman,
premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2011, que descubrió la
neurogénesis adulta en la corteza cerebral. La ceremonia de entrega tendrá lugar
durante la 41ª Reunión Anual de esta sociedad, que se celebrará en Kobe (Japón) del 26
al 29 julio.
El tálamo es una estructura simétrica localizada en el centro del cerebro, formada por
dos mitades aovadas unidas por su parte anterior lateral. Del tamaño de una nuez, el
tálamo funciona como un controlador de la información que llega al cerebro procedente
de los sentidos, a excepción del olfato. Su misión consiste en seleccionar los datos
relevantes para enviarlos a la corteza cerebral, donde serán procesados. Sin esta labor
de filtrado, la corteza cerebral se colapsaría por el exceso de información.
Las conexiones entre estas dos regiones del cerebro, denominadas tálamo-corticales, se
establecen temprano en el desarrollo embrionario y están bastante maduras en el
momento del nacimiento. El tálamo es esencial también para que se lleven a cabo las adaptaciones que tienen lugar cuando alguno de los sentidos no se desarrolla
adecuadamente o se pierde totalmente antes del nacimiento, un proceso que se
denomina deprivación sensorial temprana.
Gracias a esta capacidad de adaptación mediada por el tálamo, denominada plasticidad,
se pueden compensar defectos que afectan a los sentidos potenciando otros. El grupo
de Guillermina López-Bendito utiliza ratones sin retina, esencial para la vista, o sin
cóclea, fundamental para el oído, para estudiar qué ocurre en la zona de la corteza
cerebral encargada de procesar la información visual o auditiva, respectivamente,
cuando esta falta.
Con su trabajo ha descubierto que el área de la corteza cerebral que procesa la
información procedente de los bigotes de los ratones, equivalentes a nuestro tacto,
aumenta un 15% para compensar la falta de visión. “Esto es lo relevante, porque no se
debe a la experiencia, ya que hasta los 15 días después del nacimiento los ratones
normales tienen los ojos y los oídos cerrados. Y significa que el cerebro detecta que la
retina no está funcionando y pone en marcha los cambios necesarios para compensar la
falta de visión antes del nacimiento, cuando los ojos aún no están operativos. Y la
estructura que media estas adaptaciones es precisamente el tálamo”, detalla la doctora
López-Bendito
Ya se sabía que una adaptación así ocurre en personas que pierden la vista a lo largo de
la vida, pero el equipo de Guillermina López-Bendito ha demostrado que ocurre lo
mismo durante la etapa embrionaria. El objetivo de esta línea de investigación del grupo
de Desarrollo, Plasticidad y Regeneración de los Circuitos Talamocorticales, dirigido por
la investigadora, es encontrar formas de restaurar los circuitos sensoriales dañados.
Para ello trabajan en la reprogramación de un tipo de células del cerebro denominadas
astrocitos que esperan convertir en neuronas para restaurar los sentidos alterados.
Trayectoria de Guillermina López-Bendito
Guillermina López-Bendito (1975) se doctoró en Ciencias Biológicas en diciembre de
2000 en el Instituto de Neurociencias (IN, CSIC-UMH). Desde entonces ha publicado más
de cuarenta trabajos en prestigiosas revistas internacionales. Como investigadora
invitada ha trabajado en el Instituto Nacional de Ciencias Fisiológicas de Okazaki (Japón).
Ha sido investigadora posdoctoral de la Universidad de Oxford. En 2012 fue seleccionada
por la organización Europea de Biología Molecular (EMBO) como integrante del grupo
de 22 jóvenes investigadores de ese año, formado por menores de 40 años que han
establecido su primer laboratorio en los cuatro años previos. En 2014 fue seleccionada
como miembro integrante de la red europea de jóvenes científicos de excelencia, FENSKavli Network of Excellence, creado ese mismo año.

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